La crisis económica actual ha cambiado la mentalidad de muchas personas. Actualmente somos más proclives a indignarnos por multitud de causas, ya sean injusticias sociales, despilfarros económicos o incluso por las personas que nos gobiernan, sea la administración que sea, así como por los “equipos” que ayudan y asesoran a estos. Este último tema tiene gran calado en nuestra ciudadanía y es del que voy a tratar. La palabra “meritocracia” suena con fuerza. Frente a la perspectiva usual de los ciudadanos sobre el asunto del “Deben gobernarnos las personas más cualificadas” yo plantearé el tema desde otra perspectiva. 

 Imaginad que sois un alcalde y queréis formar un equipo basándoos en el principio de mérito y capacidad, para estar asesorado en interés del pueblo por las personas que se lo “merecen”.

 La primera pregunta que os plantearíais sería… ¿Qué entiendo por mérito? Se habla con mucha facilidad de que cada cual debe estar en un lugar según sus meritos pero cada persona tiene su concepción de lo que son “meritos”. ¿Contaría con las personas con más experiencia en cada área? ¿Tendría que priorizar a las personas en las que tiene plena confianza? ¿Quizás la amistad es más importante que la confiabilidad o la experiencia? ¿Debo contar con las personas más preparadas del anterior alcalde? ¿Se debe priorizar la implicación a la experiencia o confianza? Como ven dependiendo de cada cual sacarán unas conclusiones u otras. Por lo tanto la pregunta clave no es quién tiene más meritos (hay quien pone como consejeros a toda su familia por confianza y seguro que piensa que están por méritos).

 La pregunta clave es… ¿Con que personas debo contar para lograr mis propósitos y llegar lejos? Si lo pensamos, las personas que consiguen alcanzar sus objetivos se rodean de personas apropiadas para el objetivo. Si su futuro como alcalde depende en gran medida de su equipo… ¿No preferirá contar con quien le asegure que alcanzará los objetivos establecidos de la mejor forma posible en beneficio del pueblo? Quizás gracias a una buena elección de sus ayudantes consiga ser el mejor alcalde del pueblo y ser el orgullo del lugar. Quizás a ese alcalde ese paso le abra las puertas a cotas más altas… Al final la gente con la que nos rodeamos, nos guste o no, es determinante en el camino que tomamos y por lo tanto el lugar hacia el que vamos. Esto que acabo de plantear no solo se acota al señor alcalde, sino que es aplicable a todas las empresas, grupos de trabajo…

 En una empresa la forma más fácil de ser mejor que la competencia es rodearse del personal adecuado para poder obtener beneficios. En un trabajo siempre será más fácil realizarlo correctamente si tenemos a las personas adecuadas para ello. ¿A que todos nosotros en la escuela/instituto/universidad sabíamos que si estábamos en el grupo de “Fulanito” nos garantizábamos mejores notas? No nos engañemos. Las malas elecciones al formar equipos perjudican en primer lugar al que realiza el equipo, en segundo lugar al que forma parte del equipo y en tercer lugar al que no forma parte del equipo por una mala elección. Ya lo saben. Cuando en su trabajo vean que sus jefes tienen a incompetentes en puestos de confianza piensen en la oportunidad que su jefe está dejando escapar por no rodearse de la gente adecuada, piensa en todos sus compañeros que serán perjudicados por las decisiones que este tome y piense en cuanta gente mejor preparada se encuentra en paro o al margen de la toma de decisiones cuando podrían aportar muchos beneficios a todos.

 Con todo esto quisiera concluir con una reflexión.
  Todo el mundo medita bien con quien se rodea, quizás se han tenido en cuenta los méritos, pero lo que es seguro es que muchísimas veces nos equivocamos en las prioridades a tener en cuenta y en los equipos, las malas decisiones afectan a todos.

José Losa Pérez